Dividir para reinar

El aforismo del título, de antiguo origen, nos sirve aún hoy para nombrar esas estrategias visibles y conocidas que ejerce cualquiera que desee concentrar y perpetuar poder desde algún lugar de mando. Estrategias que consisten en evitar que las personas logren organizarse para reclamar participación en las decisiones que se toman sobre sus derechos, sus destinos, sus posibilidades. La autoridad no puede ser cuestionada, o resistida, al menos no eficazmente, si no hay fuerza colectiva reunida para ello. Proveniente del dicho latino: divide et impera, y fórmula popular también en la Grecia Antigua, tanto para la guerra como para la política se ha repetido siglo tras siglo la práctica de alimentar la disidencia entre quienes serán objeto de dominaciones varias.  

En definitiva, se trata de un tipo de política de control, la de las divisiones. Y las divisiones, como sabemos, suponen siempre alguna versión vinculada a lo espacial. Fronteras. Límites. Bordes. Vemos en el paisaje cotidiano, muy diversas líneas y marcas que separan los lugares, mejor dicho, que señalan, es decir, producen, las separaciones y con ello señalan también quiénes están dentro o fuera de determinados circuitos. Quién es bienvenido. Quién pertenece a un lado, y no al otro. Las divisiones constituyen, además, márgenes, y éstos significan zonas en sí mismas. Habitan allí quienes son empujados a las periferias, alejados de los centros donde se reparten beneficios. La marginalidad se distribuye en el mapa.

Empezamos a reflexionar sobre este tema para este número de Antesis a partir de los triunfos, electorales o de efecto de adhesión, de los representantes políticos de ideologías de extrema derecha en varias partes del mundo con discursos abiertamente discriminadores, racistas y xenóbofos, con todas las particularidades que les caben a estos casi sinónimos. Pensamos, entonces, en dedicar un número al paisaje y las formas de dividirlo ligadas al problema de la desigualdad social y la exclusión. Como siempre, en esta búsqueda nos estallaron infinitos temas y posibles abordajes de esos temas. Los muros. Las vigilancias. Las modificaciones de los límites naturales. Las migraciones. Los contrabandos. La propiedad privada de la tierra. Los refugiados. Las zonas fronterizas. Las fronteras internas. Los cerramientos de los ricos. Los encerramientos a los pobres. Pero también, otro tipo de demarcaciones territoriales que tienen que ver, citando a Michel Foucault, con las heterotopías que todas las sociedades se dibujan, esos “lugares otros” como pueden ser, por ejemplo, los jardines, los cementerios o las aldeas vacacionales.

Así, en el intento de contribuir al análisis del contexto reuniendo textos sobre estas ideas, se fue trazando el sumario. No está de más decir que nuestra primera  opción para este Número 3, tiempo atrás, había sido otra, nos entusiasmaba trabajar sobre Paisajes suerrealistas. En vista de los acontecimientos que contamos, cambiamos de tema. Aunque, a fin de cuentas, no se trata de paisajes tan distintos.

Ana Aymá