PAISAJES QUE NO SE VEN

Pensar en un paisaje que no se ve resulta un desafío, sobre todo en estos tiempos de culto a la imagen y de masificación de su consumo. Depende en gran medida de qué se entienda por paisaje.  Desde ciertos enfoques, cae simplemente en el absurdo. No en Antesis.

Consideremos que el significado de “Paisaje” ha cambiado a lo largo del tiempo y está cambiando continuamente. Se trata de un concepto que crece y que evoluciona y, ciertamente, es un tema de debate que paisajistas, arquitectos, ecólogos y sociólogos abordan desde miradas que no siempre convergen.  Voy a comenzar entonces por enumerar algunas características propias del paisaje.  

El fotógrafo José Luis Mac Loughlin supo decirme una vez que “no hay paisaje sin paisano” y me pareció una manera muy especial, hermosa, de poner en evidencia lo que considero como principal característica de un paisaje: la subjetividad. Aquí entran en juego la percepción, los recuerdos, las asociaciones subconscientes, el conocimiento, la experiencia vivida, la carga emotiva. Por ejemplo, el olor que había en el patio de la casa de mi bisabuela, maravillosamente indescriptible, dispara sentimientos que son vitales para comprender ciertas sutilezas de lo que percibo en determinados paisajes. Ejemplo olfativo más evidente puede ser el olor a pino, o el olor a mar, o el olor a lluvia, que en particular me ponen de muy buen humor.

La espacialidad es una característica intrínseca del paisaje. En este punto es donde se produce una aproximación particular entre el paisajismo y la arquitectura. El espacio vacío es la materia prima que estamos modelando como diseñadores. Es en esos vacíos donde transcurren las actividades proyectadas. Desde la óptica de la filosofía oriental, que se contrapone a nuestro pensamiento materialista, la esencia es invisible a los ojos. Ellos le dan una importancia a la oscuridad, a la sombra, al vacío, porque allí está lo verdadero.

El famoso arquitecto Frank Lloyd Wright, quizás el máximo exponente del organicismo, echó luz sobre el paisaje: “La mutación es la única característica inmutable del paisaje”. La dinámica es un punto crucial, sin lugar a dudas. Una fotografía, un dibujo, una pintura, una maqueta de paisaje, incluso un plano de proyecto hecho por un arquitecto paisajista, no deja de ser una representación que carece del aspecto dinámico. El paisaje jamás puede ser un corte temporal, es un devenir constante.  

En cierto sentido también podemos decir que es incertidumbre. Que es infinito. Que es fractal.

Desde mi punto de vista, y sin ánimos de entrar en una discusión sin fin sobre el significado y la etimología de la palabra, Paisaje es el  fondo sobre el que se recorta la figura del ser.

Proyectar paisaje implica redefinirse como individuo constantemente.

Un paisaje se puede evocar desde lo visual, obviamente; pero hay paisajes que no se ven.

Hernán Lugea