Autor: Julio Colantoni.

Entre la desazón y la esperanza / de la impotencia a la acción.

Para seguir buceando los bordes, pues a veces pareciera que el asunto no está en las cosas sino en los entres.

Por la noche finalizaba el plazo para presentar unas fotos en un concurso internacional bajo el tema: “Cómo Fotografiar Personas Invisibles”, y no llegué. Parecía una buena oportunidad para compartir material y miradas en torno a una problemática mundial y la perdí.

Escribo, lo leo y me estremece: ¿mundial? ¡Sí! Sí Julio, mundial. ¿Es chiste? Me digo: no exageres, habrán sitios, países, ciudades donde las personas todas cuenten con techo, alimento, círculo afectivo, contención social… No se puede, no es correcto, no se ajusta a la verdad generalizar tanto.

La mente se me pone en blanco y me lleva al comienzo de estas líneas.

A la mañana siguiente me entra al buzón de Yahoo un mail de Marisa Montes. Con ella compartimos actividades en un par de penales, detenidos y sus familiares. Me cuenta en él acerca de una revista online de nombre Antesis; que habían mencionado el trabajo que vengo haciendo y que les parecía interesante que participe en el próximo número con fotos y quizás con algunas palabras al respecto.

Me entusiasmé y di el OK. Creí que me comería crudo el desafío pero hace días que no logro resolver el intríngulis. Elegir seis fotos de un trabajo que lleva años es difícil, pero ya está. Ver todo el material de nuevo es un viaje intenso, muy movilizador. Cada foto podría ser un libro entero.

Ahora bien, ¿qué decir que no sea obvio?, ¿qué contar que no sea un golpe bajo? ¿Qué narrar y de qué modo para que tenga sentido y sume de alguna manera? ¿Qué de todo para hacer un aporte, por pequeño que sea?

Detesto la idea de ser un vicio más.

Pienso y repienso. Me hago mil preguntas: ¿quiénes verán la nota? ¿Quiénes entran a la revista? ¿Quiénes se interesan por estos temas y qué buscan cuando desean profundizar?

Me respondo: serán personas curiosas, sensibles a la realidad social, de hecho sabrán de esta problemática y doy por asumido que no solo no son indiferentes ante la dolorosa situación de miles de personas sino que, seguramente, son personas que cuando ven a alguien o familias enteras en la calle los miran a los ojos, los saludan, se acercan y les preguntan por qué están ahí, de qué manera podría ayudárseles, qué expectativas tienen, si es que necesitan ayuda. Tal vez hasta se sienten a su lado a conversar unos minutos….

Tendrán como yo, entonces, un caudal de vivencias y experiencias, no importa si mucho o poco, pero seguramente habrán comprobado lo complejo del asunto y la importancia tremenda de lo simple.

¿Qué puedo aportar –me pregunto– en este caso, con lectores de estas características? Nada, creo que nada. La mente otra vez en blanco.

Me queda una opción, limitarme a describir el proyecto lo más sintéticamente posible, contando tal vez algo de quién subscribe.

Soy artista visual. Desde que vivo en la Ciudad de Buenos Aires (2001), la ciudad y sus mil facetas son una provocación constante a la mirada. Considero a las personas, todas, miembros de una gran familia planetaria y me subleva la naturalización de las aberrantes condiciones humanas a las que muchas y muchos están condenados.

Tratar de entender lo humano me ha llevado a encarar distintos abordajes. Fotografiar lo absurdo, conversar con las gentes, esos otros nosotros, escuchar, escucharlos, escucharme, invertir la ecuación en pos de empoderar a los que padecen y están entregados, desmotivados, desalentados, resignados. No voy a darles nada, voy a pedirles –esto es clave según mi humilde experiencia–, estar, generar condiciones favorables para que algo distinto suceda, mostrar luego a otros y en otros ámbitos, hacer nexo, puente, procurar surcos donde con suerte, viento a favor y mucha energía germine esa Nueva Realidad que anhelo, inclusiva, solidaria, respetuosa de la vida, pero por sobre todas las cosas AMOROSA. Eso es el proyecto.

“La calle de los sueños” como tal tiene más de diez años, alrededor de 700 personas fotografiadas en situación de calle, de las más de 20.000 que se estima que hay en CABA. Se han realizado varias muestras y performances, acciones de denuncia y reclamo en vía pública, enmarcando charlas debates. Se llevó a Cuba, se han hecho varias entrevistas y grabaciones, participaron algunas fotos en el libro La calle no es un lugar para vivir, de la ONG Proyecto 7, y la idea de concretar un libro y otras ambiciosas propuestas siguen en pie. La disponibilidad de tiempo necesario y económico ha sido y es un obstáculo para lograrlo; no obstante el proyecto late y continua, abre y se abre, trascendiendo lo que le dio origen y atravesando infinidad de particularidades: violencia, libertades condicionadas, abandonos, adicciones, personas trans, desidia, depresión, prejuicios, alteraciones psíquicas con deterioro neuronal y corporal, sida, pero también las pequeñas y grandes alegrías del encuentro, esbozos de recuperación de deseos perdidos, de emociones obstruidas, y la confirmación de que quienes están en la calle tienen mucho para dar. Esto sigue por amor, por convicción y porque no podría ser de otro modo.


Julio Colantoni – Lic. Prof. Artes plásticas, fotógrafo

Para más información pueden escribir a jccolantoni@yahoo.com.ar o comunicarse a los teléfonos: 011-1541774554 / 011-20637611.

En Facebook: álbumes y actividades en torno a «la calle de los sueños«

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